miércoles, marzo 28, 2018

El divorcio de los padres ¿cómo afecta a los hijos?


El divorcio de los padres
 ¿cómo afecta a los hijos?
Cuando las parejas toman la decisión de separarse o divorciarse, se enfrentan a un proceso de duelo que en la mayoría de los casos genera dolor emocional y trae consigo molestias físicas y emocionales.
Existen divorcios que se realizan con mucha más calma, comprensión y facilidad que otros; eso depende del tipo de relación que se mantuvo, los años de convivencia, además de los recursos emocionales y sociales.
¿Qué ocurre con los hijos cuando un matrimonio se rompe?
No obstante, el propósito de este artículo es enfocarnos en la figura de los hijos. En muchas ocasiones, los padres, por su mismo dolor, evaden prestarle atención al sufrimiento de sus hijos, y debemos recordar que ellos están indefensos y vulnerables ante las decisiones de los adultos y, sobre todo, lo último que desean es alejarse de sus progenitores.
Todos los niños sufren con el divorcio de sus padres, unos en mayor medida que otros. Esto depende de la edad, personalidad, relación con los padres, dinámica de pareja y circunstancias del divorcio. Las reacciones típicas suelen ser: tristeza, enfado, preocupación, ansiedad, en ocasiones pueden manifestarlo verbalmente, en otras ocasiones lo expresan a través de cambios en su comportamiento.
Afrontando una separación con éxito
El presente artículo pretende ayudar a padres de niños entre cinco y diez años que tienen una sana relación con sus progenitores, pero deben enfrentar el divorcio de sus padres. De tal manera que logren crecer y desarrollarse como adultos receptivos, estables y flexibles, sin que el divorcio haya supuesta un obstáculo insalvable en la construcción de su personalidad y de sus habilidades sociales y emocionales..
Los niños, entre los cinco y diez años de edad, suelen comprender más fácilmente el concepto de “divorcio”. Asumen que no podrán ver tan a menudo a su papá o mamá, que cambiaran de casa, en ocasiones de escuela, vecindario, y que cierto tipo de actividades serán diferentes en lo sucesivo. No obstante, el dolor que experimenta un niño por la ausencia de su progenitor cuando la relación ha sido estable y sana siempre está presente; por más que procuremos explicarle con muchas razones, extrañan y desean tener la convivencia de un hogar unido.
1. Evitar hacer sentir culpables de la separación a los hijos
Es importante mencionar que muchos niños se sienten culpables por la separación de sus padres, por más que se les explique que ellos no tienen responsabilidad en la decisión. Suelen culparse por mucho tiempo e inclusive cambian su comportamiento creyendo que así pueden evitar la separación o lograr que sus padres vuelvan a estar juntos.
El punto más importante y del cual se derivan los posteriores es comprender, aceptar y actuar sabiendo que la separación se centra en la relación de los padres; ellos son quienes han decidido no continuar sus vidas juntos. Pero los hijos en ningún momento, partiendo de una relación sana, tienen por qué alejarse de sus progenitores. Para ellos, ambos padres siguen siendo figuras esenciales en su vida y, por ende, los cambios no deben afectar la percepción que el niño tenga de su progenitor después del divorcio.
2. Evitar hablar mal del otro progenitor
Lamentablemente, a los padres les resulta muy difícil realizar esa diferenciación y, consciente o inconscientemente, por el mismo dolor o estrés de la separación, lastiman la percepción que el niño tiene de su progenitor. En casos extremos, esto puede conducir al Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Algunos relatos que mencionan los niños en consulta suelen ser hacer referencia a los discursos de sus padres, los cuales fácilmente demuestran el dolor hacia el cónyuge por la separación. No obstante, esto no debe afectar al niño. El hijo es vulnerable y puede absorber los sentimientos negativos del “papá o la mamá decepcionado”. Por eso los adultos deben enfocar muy bien su dolor y no colocar a los hijos en medio del “fuego cruzado” en que a veces se convierten las separaciones.
A continuación, seguimos con otros consejos que pueden ayudar a los adultos a manejar el divorcio desde una perspectiva más asertiva y procurando que la experiencia sea lo más llevadera posible para los menores implicados.
3. Amor y confianza al trasladar la noticia del divorcio
Los padres deben focalizar sus esfuerzos en brindarle su amor y confianza, propiciando un ambiente de tranquilidad y respeto. Deben permitir una comunicación fluida y dejar que el niño exprese sus pensamientos y sentimientos, incluyendo aquello que no sea de su agrado.
Es importante brindar nuestro apoyo incondicional y, sobre todo, ser sinceros. Debemos responder todas las preguntas que el niño manifieste con respecto a los nuevos cambios, pero no es preciso entrar en detalles respecto a los conflictos maritales.
Como padres, debemos mostrarnos seguros con la decisión, buscando redes de apoyo: familiares, amigos, compañeros de trabajo que sean de confianza y cercanos para afrontar la situación. Nunca los hijos pueden ser el “paño de lágrimas” de los padres.
4. Cómo comunicar la separación
Es vital que estén ambos progenitores presentes estar ambos padres en el momento de dar la noticia a los hijos. El rol como progenitores se mantiene y este es un momento muy angustiante para el niño, por tanto, la presencia de ambos le ofrecerá más seguridad.
Debemos explicar de forma concreta, simple y sincera la decisión que hemos tomado. Hay que trasmitir un mensaje claro y adecuado para la edad del menor. De acuerdo a la forma de ser de su hijo, debemos reflexionar acerca de cuál es la idea fundamental que hay que dejar clara.
Mantengámonos siempre atentos al lenguaje corporal, tanto el nuestro como el del pequeño, puesto que en ese momento los hijos están escuchando con detenimiento lo que le transmitimos y no solamente con las palabras. Por tanto, asegurémonos de utilizar miradas, gestos y abrazos que jueguen a favor de la conversación.
5. Atender e informar sobre todos los asuntos que sea necesario
Debemos facilitar la información necesaria para que el niño comprenda los cambios que en adelante se producirán. Es muy frecuente que los padres se encuentren sumamente estresados, pues deben resolver una serie de situaciones económicas, familiares y legales derivadas del mismo divorcio, y suelen restarle importancia a aspectos que para los niños son vitales.
Estos asuntos importantes para los niños pueden ser los siguientes: si dejará de ver a sus amigos, si cambiará de colegio, si podrá jugar con los vecinos, si podrá quedarse con su mascota, en fin, las preocupaciones del niño también deben ser atendidas, pues en su mayoría dependen de las decisiones de sus padres. Por tanto, antes de compartir la decisión se debe procurar tener respuesta a este tipo de necesidades propias de los pequeños.
6. Espacio, tiempo y ternura para que el niño asimile la noticia
Ofrezcamos espacio para que el niño procese la información. Los niños procesan la información de diversas formas, dependiendo de diferentes variables. Lo más importante es recordar que requieren tiempo para asimilarlas (el tiempo estimado puede ser de dos a seis meses en el caso del divorcio de los padres).
No es buena idea que el niño entienda la típica frase: “esta es la mejor decisión”, pues en ese momento el pequeño siente que sus padres pensaron solo en ellos mismos como adultos, pues él no quiere quedarse sin su papá o mamá, por eso es necesario que le comuniquemos que tiene todo el derecho a estar molesto, decepcionado, triste o preocupado. Podemos incluso indicarle que lamentamos hacerlo pasar por esto, y que le brindamos todo nuestro apoyo en este momento.
Como todo proceso de duelo, el niño necesita depositar la culpa en alguien, ya sea en él mismo o bien en los padres. Es parte del proceso de asimilación. Por eso es importante escucharlo cuando quiera conversar del tema, como forma de desahogarse, y prestarle atención a sus cambios de ánimo y comportamientos: alimentación, sueño, temas de conversación, fatiga, socialización, afectividad, gustos, entre otros.
En ocasiones, los niños, consciente o inconscientemente, buscan tratar de complacer a sus padres o propiciar espacios que eviten la separación. Debemos estar atentos a este tipo de comportamientos y en caso dado, señalarle que no es una buena idea. Asimismo, debemos estar pendiente de que no quiera colocarse en la “posición del fuerte”, pues en ocasiones creen que alguno de sus padres necesita de él y es su deber ayudarles, como se mencionó al principio, ningún hijo debe asumir ese rol.
7. Después de la separación: comunicación, espacio y afecto
Procuremos mantener la misma rutina y reacomodar aquellos espacios que evocan la ausencia de la persona, como el espacio en la mesa, el sillón en la sala de televisión u objetos personales, de tal manera que sean empleados de otra manera.
Debemos incorporar nuevas actividades que sean del agrado para todos: paseos, visitar familiares, invitar compañeros a casa; que beneficien tanto al niño como a nosotros como padres. Hay que hacerle saber al niño que nos alegra saber que se siente feliz, pues muchas veces los niños pequeños sienten culpa de sentirse felices.
Hay que fomentar espacios para sentir cerca a su papá o mamá. Ofrezcámosle siempre su apoyo y hagámosle saber nuestro deseo de permitirle disfrutar de su mamá o papá aunque ahora lo vea menos. Permítamosle que le llame por teléfono, que le escriba mensajes, que le haga un dibujo, que le visite al trabajo, etc. Asimismo, accedamos a que la otra persona participe de las actividades escolares del niño. Hay que priorizar el bienestar del hijo por encima de las posibles rencillas entre progenitores.
8. Afrontar la ausencia de uno de los padres
Las razones por las cuales los adultos se divorcian y los sentimientos que eso conlleva, en la mayoría de ocasiones no son suficientemente válidos como para que los niños puedan comprender la ausencia de alguno de los progenitores. Es decir, para ellos esa persona es sumamente importante y querida en sus vidas, por encima de los errores que en su rol de pareja cometiera.
En consecuencia, debemos tratar de mantener lo más distanciado posible del niño los pormenores y detalles de la separación, así como los sentimientos negativos que uno de los cónyuges, o ambos, mantienen contra el otro: enojo, ira, decepción, resentimientos, etc. Por supuesto, hay que evitar hacer partícipes a los hijos de conductas como los insultos, la recriminación, venganza, reproches y la victimización.
9. Buscar nuestra apoyo psicológico y no responsabilizar de él al niño
Los procesos de separación y divorcio pueden precisar apoyo por parte de familiares, amigos e incluso profesionales, pero recuerde que su hijo no debe asumir esa labor. Como adultos, debemos buscar nuestras propias ayudas si lo consideramos necesario, indiscutiblemente es un momento que puede ser doloroso, y por esta razón debemos velar por la calidad de vida del niño, acomodándolo y ayudándolo a afrontar la nueva realidad. 


martes, marzo 27, 2018

​Padres tóxicos: 15 características que los hijos detestan


Padres tóxicos: 15 características que los hijos detestan
La gran mayoría de padres intentan de manera genuina darlo todo por sus hijos y hacer todo lo que tienen a su mano para satisfacer sus necesidades, pero incluso lo padres con mejores intenciones cometen errores y llevan a cabo comportamientos poco beneficiosos para el desarrollo y el bienestar de sus descendientes.
Las conductas tóxicas de los padres
Desafortunadamente, algunos padres van más allá que los simples errores y realizan conductas tóxicas que perjudican seriamente el crecimiento de su hijo y su salud emocional, porque la figura de un padre puede marcar el futuro de su hijo y es, junto a la madre, el agente educativo más importante para éste. ¿Existe los padres tóxicos? Y, más importante: ¿qué efectos pueden tener sus conductas y malos estilos educativos en las frágiles psiques de los hijos?


Pero, además¿cuáles son las conductas perjudiciales de los padres hacia sus hijos? ¿cuáles son los comportamientos tóxicos de los progenitores? A continuación, puedes encontrar las 15 características más habituales de los padres tóxicos.

1. Demasiado exigente
Hay algunos padres que son demasiado exigentes con sus propios hijos y que no toleran sus fracasos. Estos padres críticos, son demasiado perfeccionistas y esperan que sus hijos lo hagan todo bien, y piensan que la manera de conseguirlo es recordándoles sus errores una y otra vez.
Este tipo de comportamiento puede provocar serios problemas para sus descendientes en el futuro y, en ocasiones, un daño psicológico y emocional que puede acompañarles el resto de su vida. Una de las causas de esta conducta puede ser la baja autoestima del padre, un tremendo sentimiento de inferioridad e incluso una personalidad perfeccionista.


2. Manipuladores
A pesar de que muchos padres tienen un comportamiento ejemplar con sus hijos, hay otros que, de manera consciente o inconsciente, tienen una actitud manipuladora y que dañan profundamente a sus hijos, porque, en ocasiones, no pueden escapar de ellos. Son padres que, además, suelen tener este tipo de comportamiento con otros individuos y, por tanto, sus propios hijos sufren sus comportamientos tóxicos también.
Las personas manipuladoras son expertas en detectar las debilidades ajenas para llevarlas a su propio terreno de manera sigilosa. Además, suelen no detenerse hasta conseguir su objetivo, son insaciables y suelen tener una gran necesidad de control.
3. Autoritarios, poco tolerantes e intransigentes
Los padres autoritarios son aquellos que obligan a sus hijos a comportarse de determinada manera sin tener en cuenta sus necesidades y emociones, Son intolerantes e inflexibles y hacen sentir mal a éstos, mostrándose incluso agresivos cuando sus hijos no actúan como ellos desean. Esto incluye sacar las cosas de contexto y actuar de manera desproporcionada en muchas ocasiones. 
Son padres que muestran una comunicación escasa con sus hijos e intentan criar niños obedientes, pero también muy dependientes. Al ser poco afectuosos, sus hijos suelen acabar siendo poco alegres o espontáneos.
4. Maltratadores físicos y verbales
Por mucho que a algunos de nosotros nos cueste creer que existen padres que maltratan a sus hijos, éstos existen. Algunos de éstos emplean la violencia física en momentos puntuales y otros más a menudo. Algunos de ellos emplean la violencia verbal: hablando de malas maneras y propinando insultos. Los padres maltratadores crean problemas serios en la autoestima de sus hijos y provocan un daño que puede difícil de borrar de la memoria.
5. Demasiados críticos
Existen los padres exigentes como hemos dicho, pero, además, también es posible encontrar padres demasiado críticosSon padres que raramente elogian a sus hijos y no suelen ser conscientes de que no saben que con sus reproches continuos acaban reforzando el mal comportamiento que pretenden corregir. Criticar trae consigo juzgar, censurar y condenar, y esto hace que los hijos se pongan a la defensiva y respondan con hostilidad y desconfianza.
6. Poco afectuosos
Los hijos necesitan sentir el cariño de sus padres, especialmente cuando se sienten solos. El cariño del hogar puede ayudar a pasar los malos ratos y crea vínculos afectivos que luego el niño aprende. Los modelos familiares que no tienen su base en el afecto y la confianza, pueden provocar problemas en las relaciones interpersonales de los hijos en el futuro.
7. Poco comunicativos
La comunicación es básica en las relaciones interpersonales, porque puede evitar muchos conflictos. Pero en el caso de la relación padre-hijo es especialmente necesaria porque puede ayudar al hijo a sentirse querido y es necesario para su correcta educación. Los padres poco comunicativos evitan tener conversaciones con sus hijos y no tienen en cuenta sus necesidades. De hecho, los padres deberían tener en cuenta no solo lo que dicen, cuándo lo dicen y cómo lo dicen, sino que deberían ser expertos en la escucha activa de sus hijos.
8. Culpabiliza a sus hijos de su propios fracasos o frustraciones
Algunos padres no están a gusto con sus propias vidas, por ejemplo, por sentirse fracasado en su trabajo. Como consecuencia de ello, su autoestima puede estar baja y pueden mostrarse bastante irritables y poco pacientes. Estos padres, ademáspueden cometer el error de proyectar sus fracasos en la gente que les rodea, especialmente a aquellas personas cercanas, como sus propios hijos.
9. Proyecta sus fantasías o sueños en sus hijos
Mientras algunos pueden culpar a sus hijos por sus fracasos, otros pueden proyectar sus sueños fallidos o expectativas no cumplidas en los más pequeños. En otras palabras, pretenden que sus hijos vivan la vida que ellos no han podido vivir. Por ejemplo, obligándoles a bailar cuando los niños no disfrutan con esta práctica.


10. Excesivamente protector
La gran mayoría de los padres quieren que sus hijos estén bien y se preocupan por ellos. Pero algunos padres convierten esta conducta en un comportamiento totalmente tóxico. Por ejemplo, no dejándoles salir con sus amigos a pasear en bicicleta por miedo a que tengan un accidente. Esto provoca que sus hijos se vuelvan inseguros y no desarrollen su propia autonomía, y, además, no les dejan disfrutar de su vida.
11. No aceptan sus amistades
Los padres tóxicos no aceptan las amistades de sus hijos porque tienen expectativas de quién deben mezclarse o no mezclarse. Ya sea porque no tienen carrera, porque llevan tatuajes o por no ser como ellos quieran que sean. Los padres tienen que dejar a sus hijos vivir su vida.
12. Planifican su carrera profesional
La preocupación de los padres porque sus hijos tengan la vida que ellos desean puede hacer que sus hijos acaben eligiendo su carrera profesional en función de los gustos de sus padres. Por ejemplo, algunos hijos pueden destacar como artistas y pueden ser felices desarrollando su pasión, pero, en cambio, acaban estudiando la carrera de medicina y dedicándose a algo que no les hace plenamente felices. Cada uno debe vivir la vida en función de sus propios sueños y expectativas, no reproducir la de sus progenitores.
13. Son egoístas
Todos hemos conocido a personas muy egoístas durante nuestra vida, pero más complicada es la situación cuando este tipo de hábitos y actitudes egocéntricas se manifiestan en los padres. Los padres egoístas solo piensan en sí mismos y causan mucho sufrimiento en los hijos que pueden no sentirse queridos.
14. Son un mal modelo
Los padres son ejemplos para los hijos y son los modelos más importantes para su vida, porque en ellos se ven reflejados y suelen heredar ciertos hábitos, costumbres e incluso comportamientos. Cuando los padres no dan ejemplo y son un mal modelo, los hijos corren el riesgo de aprender conductas nocivas. Eso sin tener en cuenta el daño emocional que les pueden hacer, por ejemplo, si son alcohólicos.
15. No les enseñan hábitos saludables
Los hijos se ven reflejados en los padres, pero especialmente importante es saber que los progenitores educan a sus hijos a la hora de adoptar hábitos saludables. Los padres que no tienen un estilo de vida saludable, mandan un mensaje erróneo a sus hijos, y eso puede tener un efecto en su salud futura.
No solo eso, sino que, además, cuando los hijos son muy pequeños son seres que están a merced de sus padres. Si éstos les alimentan mal, los hijos pueden sufrir las consecuencias negativas de este comportamiento. Por ejemplosufriendo sobrepeso debido los malos hábitos alimenticios de la familia y un estilo de vida sedentario.
¿Cómo evitar un estilo parental perjudicial para los hijos?
Todavía no existe una guía parental definitiva, puesto que cada familia tiene sus propias circunstancias, limitaciones y formas de actuar. Lo que sí conviene tener en cuenta es qué estilo educativo queremos promover, y tener una cierta coherencia a la hora de transmitir un estilo de crianza u otro.
Si los progenitores están de acuerdo en la mayoría de límites y actitudes que deben promover hacia sus hijos, y realizan el acompañamiento del menor de un modo afectuoso y cercano, es mucho más probable que los conflictos tarden en aparecer, y que cuando lo hagan sean de menor intensidad. 
por Juan Armando Corbin







viernes, marzo 23, 2018

Cómo controlar la ansiedad y los ataques de pánico


Cómo controlar la ansiedad y los ataques de pánico

La ansiedad es una emoción que todo el mundo experimenta ante una situación de incertidumbre y amenaza. Prepara a la persona para escenarios que pueden tener un resultado negativo. Es adaptativa y es buena. El problema viene cuando se convierte en patológica y se manifiesta en un grado demasiado intenso y con gran frecuencia. Lejos de ayudar a adaptarse, bloquea al individuo y le lleva a un resultado peor del deseado, pudiendo comprometer su salud física y mental. Para no llegar a este punto, Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) explica cómo controlar la ansiedad cuando esta se vuelve preocupante.
Cano rechaza categóricamente el uso de medicamentos para solucionar el problema y apuesta por la terapia cognitivo conductual. “Es la que más se ha estudiado a nivel científico y que mejor ha demostrado su eficacia”. Para entender en qué consiste esta terapia y dar consejos útiles, explica detalladamente los pasos necesarios para superar la ansiedad.

1. Informarse de qué es la ansiedad y cuáles son sus síntomas 
v

“Hay personas que desconocen que los síntomas que padecen están causados por la ansiedad”. El primer paso para recuperarse es saber qué les está pasando y darse cuenta de los síntomas. “Taquicardias, sudor, aumento de la temperatura, dificultad para dormir, molestias digestivas, etc., son algunos de ellos”. Después habría que descubrir los factores causantes e informarse de qué son las emociones y la ansiedad.


2. Reinterpretar el problema

La ansiedad lo que hace es que la persona anticipe unas consecuencias muy negativas por si acaso se producen. Cano aconseja “interpretar la amenaza de forma menos grave,  ser realistas y no magnificar”.
De manera práctica:
•  Razonar si la posibilidad de que ocurra lo peor es tan grande.
•  Preguntarse: “si ocurriese lo peor ¿realmente sería tan grave?”.
•  Poner atención en los problemas sólo cuando se puede hacer algo. “Cuando no hay nada que hacer, hay que seguir la vida normal y atender otras cosas”. 

3. Desviar la atención del problema

Cuando hay ansiedad la atención está continuamente enfocada al problema, “no dejamos de pensar en lo que nos preocupa”, explica Cano.
“La persona ha de aprender a relajarse, a no centrar su atención todo el rato en el problema. Estar en alerta, pero también descansar y guardar recursos cuando no se puede hacer nada”.
Para lograrlo hay que:
•  Obligarse a pensar en otra cosa.
•  Obligar a hacer algo diferente para distraerse.

4. Interpretar los problemas como un desafío, no como una amenaza

El experto añade como consejo “la interpretación de las dificultades como un desafío, en vez de como como una amenaza”. Esto permite afrontar la situación con motivación, dejando de lado la preocupación.

5. Técnicas de relajación

También ayudan las técnicas de relajación (muscular progresiva, respiración, imaginación, entre otros). Con ellas se reduce la activación fisiológica, se sueltan los músculos, etc. Cano indica la conveniencia de hacerlo todos los días.
“Cuando se entrenan estas habilidades, los problemas empiezan a resolverse”, afirma Cano. “El paciente –continúa- se da cuenta de sus errores y los corrige. Así empiezan a aliviarse los problemas”.

Qué hacer ante un ataque de ansiedad o pánico

Cuando una persona sufre un ataque de pánico, la ansiedad se descontrola, pierde el control y se asusta ante ese descontrol. “La tasa cardiaca aumenta, se dificulta la respiración, hay hiperventilación, aumento de la temperatura y temblor”.
“El sistema nervioso autónomo se dispara y hay que tranquilizarle transmitiendo la sensación de que no hay peligro, que no hay una situación extrema y que lo que sucede no es grave. Al cambiar el foco de la atención y la importancia que le damos a los síntomas del ataque de pánico, estos disminuyen”.
La mejor forma de lograr esto es:
•  Hacer y pensar en otra cosa.
•  Cambiar de tema de conversación.
•  Ponerse a trabajar en algo.
•  Realizar cualquier actividad que permita no darle importancia a los síntomas que está teniendo.
•  En vez de hiperventilar, respirar más lentamente.
Por: Cristina Martín García




jueves, marzo 22, 2018

Descubre el mapa corporal de las emociones



Descubre el mapa corporal de las emociones

Descubre la topografía corporal humana de las emociones gracias a una investigación de Nummenmaa.




Un equipo de científicos finlandeses ha logrado generar un mapa corporal que muestra las emociones humanas. Estos investigadores de la Universidad de Aalto descubrieron que cada emoción genera respuestas concretas en zonas corporales determinadas, siendo estas reacciones independientes del sustrato cultural del sujeto.
El mapa corporal de las emociones humanas
Por consiguiente, los investigadores finlandeses llegaron a la conclusión de que este mapa de las emociones sugiere que las respuestas emocionales humanas tienen fundamento biológico y son universales.
El estudio explica que las reacciones emocionales del cuerpo humano son mecanismos biológicos que nos habilitan para responder ante un contexto cambiante, capacitándonos para defender nuestra integridad o para disfrutar de los buenos momentos.
Según Lauri Nummenmaa, profesor de neurociencia y uno de los miembros destacados del equipo que realizó la investigación, las emociones modulan no únicamente la salud mental del sujeto, sino también el estado corporal del mismo.
"Así, las emociones nos preparan para poder responder de forma casi instintiva a los peligros. Asimismo, nos habilita para reaccionar en otros contextos, como en el caso de el disfrute de las interacciones sociales", añade.

Mapa de emociones: felicidad y amor
Para llevar a término la investigación, se realizaron un total de 5 experimentos en los que 700 sujetos debían ubicar en qué parte del cuerpo sentían cada una de las emociones básicas: ira, asco, miedo, tristeza o felicidad, así como otras emociones más complejas, como la ansiedad, la depresión, el orgullo, la envidia o la vergüenza.
Los participantes del estudio colorearon en un maniquí las áreas que se activaban en mayor o menor grado conforme iban escuchando ciertas palabras que se asociaban a cada una de las emociones. El rojo designaba las zonas con una mayor actividad, mientras que el azul hacía lo propio con las zonas de menor influencia.
Se puede apreciar en la imagen, que las dos emociones que causan una respuesta corporal más intensa son el amor y la alegría.
Del mismo modo, se puede ver como, a grandes rasgos, todas las emociones básicas se localizan en la parte superior del tronco, donde se ubican los órganos vitales, y muy destacadamente en la cabeza.
"Echar un vistazo a la topografía de las emociones corporales nos permitirá idear una herramienta para el estudio de las emociones. Es posible que esta herramienta pueda, en un futuro, ofrecer una relación de signos biológicos de ciertos trastornos emocionales", afirman los investigadores.
Paralelamente a la prueba que pretendía evocar las emociones a partir de palabras, también se realizaron otros cuatro experimentos mediante imágenes, fotografías, relatos y cortos cinematográficos que pretendían transmitir a los participantes las mismas emociones.
¿Emociones universales? El estudio apunta al "sí"
Con el fin de cerciorarse de que el mapa corporal de las emociones era independiente del sustrato cultural o grupo lingüístico al que formaban parte los sujetos, el estudio fue repetido con tres grupos étnicos y culturales distintos: finlandeses, suecos y taiwaneses.
Los investigadores coincidieron en señalar que los resultados mostraban coincidencias más allá de la procedencia cultural de los participantes: parece, pues, que la reacción corporal a las emociones es universal.
Referencias bibliográficas:
·         Estudio original: Lauri Nummenmaaa, Enrico Glereana, Riitta Harib, and Jari K. Hietanend (2013)