viernes, abril 01, 2022

¿Cómo influye en el vínculo emocional de pareja el deseo sexual?

 




¿Cómo influye en el vínculo emocional de pareja el deseo sexual?

Veamos el modo en el que nuestra manera de vivir el deseo sexual afecta a las relaciones de pareja.

El deseo sexual es un factor muy relevante a la hora de comprender el vínculo emocional que existe entre dos personas involucradas en una relación de pareja, Sin embargo, a veces, la falta de comunicación entre ambas e incluso la falta de conocimientos sobre la sexualidad hacen que experimenten ese tipo de deseo de una manera disfuncional, o incluso que consideren que tienen un problema en las relaciones íntimas pesar de que, en realidad, ese problema solo existe en su imaginación.

Por todo ello, en este artículo hablaré acerca del vínculo entre el deseo sexual y el vínculo emocional que mantiene unida una relación de pareja.

 

Empecemos distinguiendo entre el deseo sexual y la atracción sexual

El deseo sexual es, en general, el deseo de tener sexo, y no tiene por qué ir dirigido hacia una persona en concreto que nos haga sentir de esa manera.

La atracción sexual, por el contrario, siempre va dirigida hacia una persona y/o grupo de personas, aunque esto no significa que tan solo sea una reacción a su aspecto: se ve condicionada por muchos aspectos, algunos de ellos bastante sutiles, como la personalidad de alguien, sus intereses, etc.

Por otro lado, es cierto que el deseo sexual y la atracción sexual, aunque no sean lo mismo, pueden llegar a solaparse. Por ejemplo, si nos exponemos de manera muy frecuente a personas que nos atraen sexualmente, es más probable que también sintamos deseo sexual de otra manera: quizás lo sintamos en niveles muy altos al principio, pero a medida que a pasando el tiempo puede ocurrir que el grado de familiaridad con esas personas lo haga bajar. Lo que sí hay que tener claro es que si bien tanto la atracción sexual como el deseo sexual tiene causas psicosociales y biológicas, no tenemos control sobre la atracción sexual, pero sí tenemos cierto control sobre el deseo sexual.

 


Las subidas y bajadas en el deseo sexual: un proceso normal

Tal y como ocurre con muchos otros aspectos de la sexualidad, el modo en el que vivimos el deseo sexual está sujeto a un conjunto de patrones de liberación hormonal que, a medida que vamos creciendo y madurando, evoluciona con nosotros. Así, podemos analizar el modo en el que sentimos deseo sexual tanto en una escala temporal “micro” (de minutos o incuso segundos) y macro (de semanas, meses y años). En ambas escalas, es completamente natural que apreciemos subidas y bajadas en el nivel de deseo sexual que vivimos.

Por otro lado, es importante saber que en la mayoría de las veces, a partir de la etapa de la juventud el deseo sexual va disminuyendo, y esto no es ni un problema de salud ni algo malo.

A fin de cuentas, a pesar de que hoy en día el sexo no sea sinónimo de reproducción, evolutivamente su existencia sí que se debe a la aparición de una estrategia reproductiva que es la más habitual entre los animales vertebrados; y como vivimos mucho más que nuestra etapa de mayor fertilidad, es un proceso natural que a medida que envejecemos la predisposición a sentir deseo sexual también vaya decayendo. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos nunca desaparece del todo, y tal y como hemos visto, siempre disponemos de un cierto margen de maniobra para hacer que la experiencia del deseo sexual “venga a nosotros” en un momento dado.

Además, también se sabe que las ganas de tener sexo con una persona suelen disminuir a medida que vamos ganando familiaridad con ella. Esto se debe en parte que cuando profundizamos en una relación con alguien, encontramos en esa persona más facetas de su personalidad y de su manera de ser que no tienen nada que ver con el sexo, y es por ello que su presencia deja de llamarnos la atención principalmente por lo que nos atrae. Sin embargo, la familiaridad por sí sola no hace que las ganas de tener sexo con una persona desaparezcan completamente.

 

¿Cómo influye en una relación de pareja el deseo sexual?

Estas son algunas de las maneras más habituales en las que el hecho de vivir el deseo sexual de una u otra manera influye en el vínculo emocional de las relaciones de pareja:

             Saber interpretar bien lo que es el deseo sexual ayuda a entender bien las necesidades sexuales de nuestra pareja y de nosotros mismos.

             El deseo sexual puede quedar incorporado en las dinámicas de ocio y diversión que hacen que la relación de pareja sea estimulante.

             El deseo sexual es lo suficientemente adaptable como para ofrecer un margen de maniobra para que los gustos de ambas personas encajen entre sí y se complementen.

             Si el deseo sexual es confundido con la atracción sexual, esto puede dar lugar a problemas en la relación de pareja.

 


¿Qué ocurre si el deseo sexual en una relación de pareja decae?

Así pues… ¿Qué hacer si el deseo sexual decae a medida que pasa el tiempo en una relación de pareja? En situaciones de este tipo, tened en cuenta estas pautas e ideas clave.

 

1. Planteaos si eso es realmente un problema

La disminución de la predisposición a sentir deseo sexual no tiene por qué ser un factor problemático ni para uno/a mismo/a ni para la relación de pareja: no hay nada que nos obligue a experimentar la sexualidad con la misma intensidad y el mismo número de relaciones sexuales que en los años anteriores, aunque por desgracia la sociedad dé mucha importancia al ímpetu y al éxito sexual vinculados a la juventud por cuestiones culturales. Tan solo podría ser considerado un problema si esto ha generado una asimetría en la relación de pareja, lo cual ocurre cuando una de las personas tiene más interés en vivir el sexo que la otra.

Así pues, algo tan sencillo como plantearos esta pregunta inicial os empoderará y contribuirá a que no os sintáis mal por algo que realmente tan solo es un producto de la presión social. Además, al ser dos personas, os resultará más fácil no sentiros solos ante ese bombardeo de imágenes, opiniones y productos audiovisuales en los que se da por hecho que todo el mundo desea tener sexo en toda situación.

 

2. Aprended a conectar con el otro evitando los temas tabú

En el ámbito de lo sexual y de las relaciones íntimas, es muy importante saber escuchar y ser escuchados, entre otras cosas porque en temas tan privados es muy fácil dejarse llevar por las apariencias y/o caer en las presuposiciones apresuradas.

Y esta manera de conectar intelectual y emocionalmente con alguien únicamente puede tener lugar si no se trata la sexualidad como algo tabú. Especialmente en una relación de pareja, es muy relevante mantener una actitud abierta y o prejuzgar, dado que para muchas personas este es el único sitio en el que se puede hablar de ciertos miedos, ciertos gustos, experiencias pasadas dolorosas en lo sexoafectivo, etc. Eso o significa que haya que decir que sí a todo, pero sí que hay que mantener una actitud de escucha activa y ayudar a la otra persona a expresarse sin ceder a los miedos y/o a sus inseguridades.

 

3. Aprended maneras alternativas de vivir la sexualidad

Es muy probable que cuando la disminución del deseo sexual sea visto como un problema, esté participando en el mantenimiento de ese malestar toda una serie de expectativas y de mitos alrededor de la sexualidad que llevan a vivir el sexo de una manera muy limitada. Esto se debe a una visión heteronormativa de lo que se supone que debe ser una relación sexual, en la que de paso, se pone el foco en aquellas cosas que pueden hacer las personas jóvenes, dejando de lado las experiencias de las personas mayores, las personas homosexuales y bisexuales, etc.

Por eso, os alegrará saber que a la que se empieza a romper este marco de referencia tan encorsetado, es relativamente fácil que descubráis nuevas maneras de despertar el deseo sexual, porque seguramente encontraréis maneras de vivir el sexo que encajen con nuestras preferencias, con vuestras capacidades físicas, etc.

 

4. Para todo lo demás, acudid a profesionales

Tanto desde la terapia de pareja como desde la sexología los podemos ofrecer herramientas muy valiosas para desarrollar la sexualidad de una manera en la que os sintáis cómodos/as; al mismo tiempo, os ayudaremos a establecer un espacio de comunicación honesta y directa que permita que cada parte se exprese y todos los problemas y preocupaciones sean escuchados. Y en el caso de que la disminución de deseo sexual se deba a una disfunción, será posible intervenir en ella: en la mayoría de las ocasiones, el origen de estos problemas es psicológico y puede ser superado en pocas semanas.

 

Autora: Blanca Ruiz Múzquiz

 

 

sábado, febrero 19, 2022

Disfunciones sexuales: qué son, qué tipos hay y cómo se tratan

 Disfunciones sexuales: qué son, qué tipos hay 

y cómo se tratan
Un resumen de las principales características de esta clase de problemas en la vida y en la pareja.
Las disfunciones sexuales son todas aquellas situaciones en las que la satisfacción sexual o la respuesta sexual se ven afectadas y ello impide participar en una relación sexual deseada. Afectan tanto a hombres como a mujeres y no tienen por qué ir asociadas a la edad o a la orientación sexual.
Nuestra sexualidad es valorada, aunque sea de forma privada e íntima, como uno de los aspectos más importantes de nuestra vida. Sin embargo, de todas y todos es sabido que a lo largo de la historia, la sexualidad humana ha sido nido de tabúes, prejuicios y censura.
La represión de la sexualidad, nada buena, el freno del deseo y la ignorancia generalizada sobre el tema provoca no solo que no podamos conocer, expresar y disfrutar al máximo nuestra sexualidad, sino que en no pocas ocasiones provocan la aparición de dificultades más graves que nos impiden ese goce y que perjudican nuestras relaciones, tanto de pareja, como a nivel social, ya que dañan la autoestima y la satisfacción general con la vida.
Prevalencia

Aunque las estadísticas son confusas, debido al desacuerdo que suele haber en la clasificación de las disfunciones sexuales, indican una prevalencia bastante alta. Masters y Johnson, pioneros en la investigación de la sexualidad humana en la década de los 60, indicaron que el 50% de parejas heterosexuales presentaba alguna disfunción sexual.
Actualmente, según el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología (2002) la disfunción sexual por la que más se consulta es la disfunción eréctil, que abarca el 48% de las consultas. La eyaculación precoz le sigue con un 28,8% y después, el deseo sexual hipoactivo (8%), la anorgasmia femenina (7,4%), el vaginismo (1,6%) y trastornos del orgasmo masculino (0,4%).
¿Cómo puedo saber si padezco alguna disfunción sexual?
En el momento en que sientas malestar o insatisfacción en lo relacionado con tu conducta sexual. Para mí, la disfunción comienza cuando es la propia persona la que no está a gusto en sus relaciones, no cuando el cuerpo no responde como la sociedad dicta que debería responder (Ej.: “Un hombre de verdad aguanta más de X tiempo”, si tú estás satisfecho con tu tiempo de eyaculación y tu pareja también, no hay disfunción sexual que valga). Es decir, es una percepción subjetiva.
Cómo interfiere en la calidad de vida

Nuestro cuerpo es un medio para el placer. Si este no funciona como nos gustaría ese placer se va a ver invadido, ¿no proporciona el placer calidad de vida en todos los sentidos? Si nuestras relaciones sexuales no nos proporcionan satisfacción vamos a dejar de mantenerlas, cuando numerosos estudios dicen que una de las variables que está asociada a la satisfacción sexual es la frecuencia con la que se tienen, tanto para hombres como para mujeres.
Además, como es evidente, no solo se van deteriorando la relación de pareja en la cama, sino también la confianza en una/o misma/o, la autoestima se ve deteriorada y en caso de tener pareja estable, la comunicación con esta y la satisfacción en general con la relación también va en detrimento.
Como es habitual, pero no por ello la mejor elección, los problemas sexuales se suelen vivir en silencio. Esto solo genera serios conflictos internos (y con la pareja), mermando consecuentemente la calidad de vida.
Por qué es importante el tratamiento

Las disfunciones sexuales suelen convertirse en un círculo vicioso. Se empieza teniendo un episodio en el que nuestro cuerpo no ha reaccionado como nosotros queríamos (se ha perdido o no se ha conseguido una erección, de repente no apetece tener relaciones sexuales, no consigo llegar al clímax o eyaculo antes de lo que me gustaría).
A la siguiente relación sexual ya se va con cierta ansiedad anticipatoria en el cuerpo por miedo a que vuelva a pasar; esa ansiedad es la que hace que el cuerpo no vuelva a funcionar. Así, hasta que se deja de intentar (“total, no voy a disfrutar” o “total, ¿para qué lo voy a intentar si no voy a conseguir?” o “soy un inútil” o “quiero satisfacerle/a y no puedo”). En fin, entras en un bucle del que es muy difícil salir y para el que se necesita, en la gran mayoría de los casos, de ayuda terapéutica.
Hablar de los problemas relacionados con la sexualidad produce emociones muy complejas como la culpa, la vergüenza o el fracaso. Por eso, a muchas personas y parejas les cuesta muchísimo dar el paso para acudir a terapia.
Sabemos que cuesta mucho, en primer lugar, aceptar que tienes un problema que por lo general da vergüenza admitir ante uno mismo y ante los demás, y en segundo lugar, atreverse a pedir ayuda. Muchas parejas pasan una media de 3 años sin hablar de solucionar el problema y pasan 5 hasta que acuden a terapia.
La razón primordial por la que es importante tratarlas es porque los problemas en la cama producen dolor emocional (y físico en algunas disfunciones) que puede afectar a la autoestima y a tu calidad de vida en general. Es importante que no dejes que las emociones de las que hablábamos antes te invadan y no te dejen ponerle fin a ese círculo vicioso, ya que son precisamente ellas las que lo alimentan.
Referencias bibliográficas:
·         Toquero de la Torre, F., Zarco Rodríguez, J., Cabello-Santamaría, F., Alcoba Valls, S., García-Giralda Ruiz, L. and San Martín Blanco, C. (2004). Guía de buena práctica clínica en disfunciones sexuales. Madrid: Organización Médica Colegial.

·         por UPAD Psicología y Coaching

viernes, enero 07, 2022

El proceso de adicción

 

El proceso de adicción

 

 


El proceso de adicción

La palabra adicción proviene del latín addicere, que significa condenar. Una persona adicta se encuentra de alguna manera condenada a una serie de condiciones de servilismo involuntarias, obligada a cumplir las exigencias de su dependencia.

El proceso por el que una persona desarrolla una adicción es complejo, multideterminado y variable. Se inicia con pequeños consumos que favorecen la compulsión de seguir consumiendo (efecto priming) y la aparición de una necesidad imperiosa de consumo o craving. Cuando este abuso, se hace crónico, se produce en el cerebro una neuroadaptación que produce los efectos de tolerancia y abstinencia.

En este vídeo podemos ver de manera simbólica como se desarrolla un proceso de adicción y algunas de sus consecuencias:

                                    http://youtu.be/HUngLgGRJpo

 

 

          Uso, abuso y dependencia

El proceso de adicción se caracteriza por tres frases: uso, abuso y dependencia. Por uso se entiende aquella fase en la que no hay consecuencias negativas para la persona o ésta no las aprecia (ej. consumos esporádicos). En la fase de abuso, el consumo es de manera continuada a pesar de las consecuencias negativas. Y la dependencia surge cuando el consumo es excesivo teniendo implicaciones negativas para la persona durante un largo período de tiempo, tanto de manera continua, como intermitente o solo los fines de semana.




Por lo tanto, la conducta adictiva no se manifiesta de golpe, sino que ésta reviste un proceso formado por una lógica interna de encadenaciones y aproximaciones, que conlleva con el paso del tiempo un abandono existencial de la persona, la cual, en sus inicios  niega que la sustancia o actividad constituye un problema que no puede controlar y que las consecuencias o efectos derivados de ella, guarden alguna relación. La línea entre el abuso y la adicción es muy corta,  y en ocasiones inadvertida.

En un primer lugar, se suele buscar la vivencia de una nueva experiencia o la búsqueda de nuevas sensaciones para compartir con otros. Cuando ya se conocen los efectos, se intenta llegar a conseguir alguno en especial, pudiendo incluso utilizar el consumo de sustancias para el afrontamiento de situaciones que de otra manera la persona se ve sin recursos, generando cada vez un mayor nivel de dependencia.

Una característica común en las conductas adictivas, es la pérdida de control. La persona que presenta una adicción no tiene control sobre esa conducta, produciéndole dependencia, síndrome de abstinencia, tolerancia y consecuencias negativas en su vida, que puede que le lleven a buscar tratamiento o incluso, le fuercen a buscarlo.

El mayor problema de la adicción no son solo los efectos a corto plazo, sino aquellos que se producen a medio y largo plazo.

 


 

La adicción tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales

 

          Neurobiología de la adicción

–Circuito de Recompensa y neurotransmisores

El circuito de recompensa o circuito del placer, desempeña un papel clave en el desarrollo del proceso de dependencia a una sustancia, tanto en el inicio, como en el mantenimiento y recaída. El circuito de recompensa se compone de la vía mesolímbica y la vía mesocortical, los núcleos de Rafe y la amígadala. Es un sistema primitivo básico para la supervivencia, ya que de él dependen varias actividades placenteras como la reproducción, la alimentación, etc. Su fin último consiste en perpetuar las conductas que al sujeto le produzcan placer. Siendo una vía común de reforzadores, tanto naturales como artificiales (Damasio, 1994; Verdejo y Bechara, 2009).




El consumo de sustancias incrementa la dopamina, el neurotransmisor básico de este circuito, apareciendo amplificado el efecto hedónico. Siendo esta sensación placentera la que hace que la persona vuelva a consumir.

Un estímulo placentero, supone la liberación de dopamina. Por lo que el consumo de sustancias supone un incremento de este neurotransmisor, el cual, produce una intensificación del placer. Pero el consumo crónico, no produce una mayor cantidad de dopamina, sino alteraciones en los receptores de este neurotransmisor. Esto se manifiesta en la tolerancia, la necesidad de dosis cada vez mayores para intentar alcanzar un mismo efecto. Proceso que tiene como consecuencia el aumento del consumo para mantener constante el grado de estimulación.

Además, encontramos otros neurotransmisores involucrados como la serotonina, los opiáceos, el GABA y la noradrenalina, que actúan regulando diversas estructuras del circuito de recompensa.

Y la participación, de los sistemas hormonales, en concreto el eje hipotálamo-hipofisis-adrenal (HHA), que facilitaría el mantenimiento de la adicción, deteriorando el estado físico e inmunológico.

Las adicciones pueden ser una salida equivocada a la necesidad de buscar placer y anestesiar de esta manera el dolor, de olvidar las frustraciones de la vida, evadirse o negar  los conflictos internos y/o alterar la conciencia para escapar y huir de la angustia existencial. Por lo tanto, TODA ADICCIÓN IMPLICA LA HUIDA DE UNO MISMO. Huida provocada por la vivencia de una existencia vacía de sentido.

 


Bibliografía utilizada:

-Becoña, E. (2008). Drogodependencias. En A. Belloch, B. Sandín y F. Ramos (Eds.), Manual de psicopatología,

edición revisada, vol. 1 (pp. 375-402). Madrid: McGraw-Hill.

-Bobes, J., Casas, M. y Gutiérrez, M. (Eds.) (2011). Manual de trastornos adictivos. Madrid: Adamed.

-Fernández, E. (2002). Bases neurobiológicas de la drogadicción. Revista de Neurología, 34, 659-664.

-Tirapu, J., Landa, N. y Lorea I. (2004). Cerebro y adicción. Una guía comprensiva. Pamplona: Ediciones

Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.

miércoles, enero 05, 2022

10 características de las mujeres que aman demasiado

 10 características de las mujeres que aman demasiado


 

¿Cómo podemos amar sin sufrir? ¿Cómo cambiar nuestra forma de querer para no lastimarnos?

Cuando te sientes enamorada y sin embargo sientes que también sufres, lo más probable es que seas una de las mujeres que aman demasiado.

 

Cuando la mayoría de tus temas de conversaciones con tus amistades más cercanas se trata sobre él, sobre su vida, sus problemas, sus actos, sus sentimientos; es que estás amando demasiado.

Cuando excusas su malísimo humor, cuando disculpas su mal trato, cuando justificas su indiferencia, cuando normalizas sus desaires; es que estás amando demasiado. Cuando dejas de ser su pareja e intentas ser su psicóloga es que estás amando demasiado.

Aprender a reconocer, comprender y pasar de amar demasiado a alguien que provoca dolor, a amar solo lo necesario como para detener ese dolor. Para poder amar a alguien, primero tenemos que aprender a amarnos.

 


 

 

Características de mujeres que aman demasiado

Las siguientes características son típicas de las personas que aman demasiado, o personas con dependencia emocional, y sí, también hay hombres que aman demasiado.

1.            Típicamente, usted proviene de un hogar disfuncional que no satisfizo sus necesidades emocionales

2.            Habiendo recibido poco afecto, usted trata de compensar indirectamente esa necesidad insatisfecha proporcionando afecto, en especial a personas que parecen, de alguna manera, necesitadas.

3.            Debido a que usted nunca pudo convertir a sus progenitores en los seres atentos y cariñosos que usted ansiaba, reacciona profundamente ante la clase de personas emocionalmente inaccesibles a quienes puede volver a intentar cambiar por medio de su amor.

4.            Como le aterra que lo abandonen, hace cualquier cosa para evitar que una relación se disuelva.

5.            Casi ninguna cosa es demasiado problemática, tarda demasiado tiempo o es demasiado costosa si “ayuda” a la persona con quien usted está involucrada.




6.            Acostumbrado a la falta de amor en las relaciones personales, usted está dispuesta a esperar, conservar esperanzas y esforzarse más para complacer.

7.            Está dispuesto a aceptar mucho más del cincuenta por ciento de la responsabilidad, la culpa y los reproches en cualquier relación.

8.            Su amor propio es críticamente bajo, y en el fondo usted no se siente merecedor de la felicidad. En cambio, cree que debe ganarse el derecho de disfrutar la vida.

9.            Necesita con desesperación controlar a sus parejas y sus relaciones, debido a la poca seguridad que experimentó en la niñez. Disimula sus esfuerzos por controlar a la gente y las situaciones bajo la apariencia de “ser útil”.

10.          En una relación, está mucho más en contacto con su sueño de cómo podría ser que con la realidad de su situación.

11.          Es adicto a las relaciones y al dolor emocional.

Es probable que usted esté predispuesto emocionalmente y, a menudo, bioquímicamente, para volverse adicto a las drogas, al alcohol y/o a ciertas comidas, en particular los dulces.

12.          Al verse atraído hacia personas que tienen problemas por resolver, o involucrada en situaciones que son caóticas, inciertas y emocionalmente dolorosas, usted evita concentrarse en su responsabilidad para consigo mismo.

13.          Es probable que usted tenga una tendencia a los episodios depresivos, los cuales trata de prevenir por medio de la excitación que proporciona una relación inestable.

14.          No le atraen las personas que son amables, estables, confiables y que se interesan por usted. Esas personas “agradables” le parecen aburridas.

Poder reconocer las características de las personas que aman demasiado es solo el primer paso para poder amarse a uno mismo y así establecer una relación de pareja sana, feliz y duradera.

Las personas piensan que lo más doloroso es perder a quien amas. Pero la verdad es que perder a sí mismo en el proceso de amar a alguien demasiado, olvidándote de quién eres, es mucho peor.

“No alimentes el poder de quien te explota afectivamente, tu debilidad es la fortaleza del otro” –Walter Riso

visto en: Consejos del Conejo




jueves, noviembre 25, 2021

Terapia de pareja: para qué sirve, consejos prácticos

 

Terapia de pareja: para qué sirve, consejos prácticos



Cuando iniciamos nuestra vida sentimental podemos correr con la desdicha –inicial- de pensar que las relaciones son para siempre y que todo lo relacionado al amor de pareja es idílico. Conforme vamos creciendo podemos comenzar a notar que las cosas no son como en un cuento de hadas y menos aún cuando apenas estamos en la transición de la adolescencia y la adultez.

Luego, de un tiempo de experiencias, éxitos y fracasos, podemos caer en cuenta que la idea de relación que teníamos en la adolescencia estaba completamente errada, ya que una relación es mucho más que darse besos, tener relaciones sexuales y salir juntos. En la adultez, una relación de pareja seria –aunque tiene lo que mencionamos anteriormente, ya que es básico- la finalidad de esta no es solo goce.

El fin de una relación es complementar al otro, ser un apoyo para esta persona del mismo modo en como lo son para nosotros, de este modo, las parejas pueden crecer en el ámbito personal e ir pensando en un modo de vida, bien sea: comprar una casa, formar una familia, un matrimonio o cualquier plan en este sentido.

Sin embargo, es normal que luego de un tiempo en una relación, esta comience a mostrar problemas, ya que no existe la manera en que dos personas no difieran en alguna opinión, acción o hecho. Además, a la relación le pueden afectar cosas como: infidelidades, problemas familiares, problemas económicos y problemas laborales.

Es en este punto cuando la terapia de pareja debe aparecer, ya que a veces las personas quieren seguir juntas, bien sea por razones realmente sentimentales o por mutuo acuerdo de ambos, pero es difícil que por sí mismos arreglen sus diferencias. Entonces, una terapia de pareja es la que ayuda a salvar una relación, bien sea para entender diferencias o poder tolerarse más.

 

 

          Qué es la terapia de pareja

          Efectividad de la terapia de pareja

          Consejos de la terapia de pareja

          Ejercicios para terapia de pareja

          Cuándo se necesita usar terapia de pareja

          Cuántas sesiones de terapia de pareja se necesitan

          Cómo se estructura una terapia de pareja

 



Qué es la terapia de pareja

Todas las parejas pueden pasar por momentos malos, lo que se debe considerar en este punto es la iniciativa por ambas personas por salir de la crisis en la que se encuentran por medio de la terapia de pareja, ya que de lo contrario esta supondría el fin de la relación.

Así bien, la terapia de pareja es el método por el cual muchas parejas buscan superar y salir adelante de un mal momento en la relación. La terapia de pareja es un proceso donde -mediante un psicólogo especializado en el área- se inicia un proceso terapéutico en el cual por medio de dinámicas se busca arreglar las diferencias o problemáticas que están haciendo daño a la relación.

Hay que tomar en cuenta que la terapia de pareja solo es efectiva cuando ambas personas están de acuerdo en salir adelante con su relación, ya que si es solo una la interesada no se podrá llegar a nada concreto, o bien, esta no tendrá buen resultado.

Una terapia de pareja no garantiza salvar una relación, ya que puede que el problema sea muy grande o determinante, así como una crisis económica, pero la terapia de pareja si ayudará a ver qué es lo que sucede desde un punto más objetivo, ya que sumidos en el problema y desde una posición personal puede que no nos demos cuenta que –quizás- estamos pasando por alto los factores la situación y tendemos a culpar por completo a nuestra pareja cuando realmente no debería ser así.



Efectividad de la terapia de pareja

Como mencionamos anteriormente, la terapia de pareja no garantiza la relación, ya que hay que tener en cuenta la disposición de la otra persona por salvar un matrimonio u otro tipo de lazo sentimental.

Sin embargo, cuatro de cada cinco parejas que van a terapia de pareja pueden ver de otra perspectiva la relación, pudiendo así comprender de otra forma lo que tanto les está causando incomodidad o inconformidad, tal como diferencias de acciones u opiniones.

Sabemos que no existe la perfección y que cada persona es de la forma en que es porque tiene una personalidad única, por lo tanto, no podemos esperar que la persona cambie a nuestro parecer, sino que, si de verdad tenemos un lazo afectivo, enamoramiento o como quieras llamarlo, hay que aceptar a esa otra persona. Lograr llegar a esta aceptación es una de las principales cosas que busca la terapia de pareja, claro está: siempre que el problema sea en este sentido.

Aclaramos lo anterior, ya que no siempre los problemas de una relación son por diferencias de pensamiento, a veces una pareja puede ir a terapia de pareja porque alguno de los dos fue infiel, lo cual es un acto que no se justifica, pero puede tener ciertos factores que influyan y esto –con la madurez y las ganas necesarias– puede ser resuelto gracias a la terapia de pareja.

En la terapia de pareja, el terapeuta o mediador es un psicólogo, en este caso debe estar especializado en casos de este tipo, es decir, en la psicología no solo general, sino lo que normalmente se ve cuando dos personas comienzan a llevar una relación de pareja, asimismo este profesional debe conocer mucho sobre relaciones interpersonales, comportamientos, entre otros aspectos relacionados a la convivencia de este tipo.

Hay quienes pueden pensar que el trabajo de un psicólogo es escuchar personas desahogándose y nada más, pero en realidad estas personas profesionales trabajan para hacer algo con este “desahogo”. Y en el caso de la terapia de pareja, se busca ir avanzando hasta conseguir que las personas puedan seguir delante de la forma en que mejor les convenga.

Consejos de la terapia de pareja

La terapia de pareja es en un principio para salvar una relación, aunque también se puede emplear este método terapéutico para tener una ruptura “sana” o “de buen trato”, así como también puede que personas divorciadas acudan a este tipo de terapia de pareja para mejorar el trato mutuo y no afectar a sus hijos, por ejemplo.

Los casos que se pueden ver en la terapia de pareja son casi infinitos, sin embargo, los principales consejos que se dan de forma general son los siguientes:

  • Mejorar la comunicación. La comunicación es un asunto primordial para llevar una buena relación, no solo de pareja, sino de cualquier tipo de relación. Sin embargo, hay relaciones de más de cinco años donde el problema principal es la falta de comunicación, por ello uno de los principales objetivos de la terapia de pareja es mejorar este aspecto, ya que como se dice normalmente “todo se soluciona hablando”.
  • Disminuir la tensión. En una relación hay que aprender a manejar los momentos malos, así como las discusiones, ya que estas pueden terminar muy grave si no se sabe controlar la tensión del momento. La terapia de pareja busca enseñar a ser más empático, entendedor y mejorar el dialogo en lugar del monologo.
  • Superar y olvidar lo malo. Una mala experiencia o mal recuerdo puede volverse un factor importante e influyente en una relación, ya que no se termina de superar nunca y de este modo reaparece cada vez que la persona quiere, causando así nuevas y mayores peleas. Mediante la terapia de pareja se enseña a dejar esto atrás y lo recomendado es crear nuevos recuerdos y vivencias agradables.
  • Mejorar la intimidad. En la terapia de pareja se hace mención de que no hay cosa tan importante en una relación como que ambos se sientan bien en el espacio íntimo, ya que esto no es solo por saciar un deseo carnal, sino que ciertamente esto hace que el lazo se mantenga, se fortalezca y ayuda también a disminuir las tensiones y problemas que se pueden tener en la rutina diaria.
  • Demostrar los sentimientos. Muchos de estos aspectos parten del punto uno (la comunicación), es decir, tienen relación, pero no está de más decir que una persona abierta con sus sentimientos tendrá más éxito en una relación que aquel que se niega y se cierra en sí mismo; y la terapia de pareja ayuda a quien no es así por naturaleza, es decir, ayuda a reconocer este problema y mejorar.
  • No depender. Tal como dice un título: “Amar o depender”, la terapia de pareja busca demostrar que una relación también debe dejar espacio para la independencia y esto no debe acarrear problemas que afecten al lazo afectivo y para quienes no conocen como lidiar con esto, terapia de pareja es la mejor opción para comprender este aspecto.


Ejercicios para terapia de pareja

Cuando se acude a terapia de pareja el psicólogo debe analizar los problemas de la pareja y a partir de este análisis y demás factores que puedan tener las personas, este procederá a crear un plan terapéutico que ayude a la pareja a llegar al punto que se quiere.

De este modo, el psicólogo puede optar por dinámicas o ejercicios para la pareja. En este caso te diremos varios ejercicios que puedes aplicar en casa para mejorar la relación con tu pareja, estos son utilizados muchas veces en terapias de pareja y son los siguientes:

  • Pregunta qué le ha causado molestia. Una buena terapia de pareja es que optes por preguntar antes de dormir si durante el día algo le ha molestado a tu pareja, de este modo se pueden resolver detalles pequeños y evitar que todo se acumule y al final sea un problema mayor.
  • Realiza una lista de agradecimientos. Un método empleado en la terapia de pareja es escribir una lista de cosas que tu pareja haya hecho y dásela, esto es un pequeño detalle que hará sentir apreciada a la otra persona y también te darás cuenta de las cosas buenas que ha hecho, las cuales normalmente olvidamos o no recordamos con frecuencia por dejarnos llevar por los aspectos negativos.
  • Resuelve los problemas antes de dormir. Si han discutido por alguna razón, no dejes que esto se quede sin resolver, esto es vital en la terapia de pareja. Evita ir a la cama conflictuado con tu pareja. Usa el momento antes de dormir para lograr llegar a un punto en común o solución, no sigas la discusión porque así no llegaran a ningún lado.
  • Haz una lista de cosas que quieres hacer con tu pareja. Toma un tiempo junto a tu pareja y escribe una lista de cosas que quieres hacer con ella, esto es un ejercicio de terapia de pareja que hace despertar la mente positiva y puede despertar aspectos buenos en la relación.
  • Minutos de honestidad. Este es un ejercicio básico de la terapia de pareja que te permite decir todo lo que piensas honestamente sobre tu pareja por unos minutos, no máximo de 3 minutos, puedes decir cosas que te gustan o no de ella. Mientras te desahogas la otra persona no puede interrumpir ni opinar hasta que el tiempo ha terminado, tampoco puede molestarse, todo tiene que ser dicho de buena manera, claro está. Realiza esto un día a la semana y que cada uno tome su turno para hablar, esto sirve para entender mejor ciertos aspectos de la otra persona.
  • Haz una lista de cosas que le pueden gustar a tu pareja. Este tipo de cosas recomendadas en la terapia de pareja pueden ser consideradas cursis, pero a veces son las cosas que le faltan a una relación, ya que la monotonía y el desinterés son los principales factores en dañar una relación.


¿Cuándo se necesita usar terapia de pareja?

Las estadísticas indican que, en la mayoría de los casos, una pareja puede experimentar cinco o seis años de una relación con problemas antes de acudir a terapia de pareja, es decir, quienes acuden a terapia de pareja son personas que ya han tenido problemas por tiempos muy prolongados. Si bien, esto no es excluyente, también pueden ir a terapia de parejas aquellas personas que quieren comenzar una relación de la mejor manera o quienes desean mejorar la relación en un divorcio.

Independientemente de cuál sea el caso, hay señales que nos hacen saber que la relación necesita de una intervención para que sea mejorada o resuelta, es decir, hay cosas que nos indican que requerimos de terapia de pareja. Las señales que podemos identificar son las siguientes:

  • La comunicación es negativa. Cuando la pareja se comienza a comunicar de forma constante usando insultos, criticas, ofensas y desprecio, es claro que la terapia de pareja es necesaria.
  • Poca comunicación o temor al hacerlo. En la terapia de pareja se recalca que la comunicación no debe faltar en una relación sana, por lo tanto, cualquier inconveniente en este sentido debe ser tratado de inmediato si se quiere seguir en la relación.
  • Fracasar al intentar mejorar la relación. si ya han intentado mejorar por sus propios medios y no han tenido éxito, se requiere de la ayuda de un psicólogo y de sesiones de terapia de pareja.
  • Dejan de darse afecto. Una relación donde con cada pelea se recurre a dejar de ser amable y afectivo, es una relación completamente dañada, ya que esta no es la manera de resolver este problema. En estos casos la terapia de pareja es imprescindible.
  • Te agobias. Cuando ya la presencia de tu pareja comienza a agobiarte más de lo que te satisface, se está presentando un escenario que necesita una mejora.
  • Tienen vidas separadas. Si sientes que lo único que te une a tu pareja es que viven bajo el mismo techo, debes comenzar a considerar acudir a terapia de pareja.
  • Ya no hay intimidad. Las relaciones sexuales dicen mucho de una relación y aunque no son lo primordial, en la terapia de pareja se señala que el tener problemas en este sentido puede ser muy grave para la relación.
  • Acá debemos tomar en cuenta también el simple hecho de haber pensado ser infiel alguna vez, ya que demuestra que hay factores de nuestra relación que nos llevan a pensar eso y evidentemente es algo que debe ser resuelto. Este es una de las principales razones para recurrir a terapia de pareja.
  • Hay secretos. Esto también parte de un problema comunicacional, pero puedes tomar en cuenta que, si te comienzas a guardar muchos secretos, debes considerar que la relación no va por un buen camino y necesitas ayuda con una terapia de pareja.
  • No te sientes feliz. Esto es básico, si tu relación te resta felicidad, necesitas resolver cuanto antes el problema con terapia de pareja, ya que no es algo que debe suceder comúnmente.


¿Cuántas sesiones de terapia de pareja se necesitan?

Las terapias en general dependen de la gravedad o tipo de problema que se tenga, por lo tanto, una terapia de pareja requerirá de la duración que sea necesaria.

En la terapia de pareja influyen muchos factores, ya que debemos tener en claro que depende de la persona y no del terapeuta, por lo tanto, hay parejas que pueden resolver sus conflictos en un par de sesiones, mientras que otras tardan y requieren de un tratamiento más intensivo y profundo.

En este aspecto también influye mucho la disposición de la persona, que tan abierta está a mejorar, el nivel de aceptación que tenga y su tolerancia en la terapia de pareja. Así bien, no podemos determinar un número exacto de sesiones, todo dependerá de qué tan grave sea el caso a tratar.



¿Cómo se estructura una terapia de pareja?

Aunque cada pareja tiene sus propios problemas y diferencias, cuando se acude a una terapia de pareja siempre se recurre a un mismo modelo general, ya que el proceso de solucionar un problema debe constar de ciertos pasos básicos. De este modo, la terapia de pareja consta de la siguiente estructura:

  • Etapa de reciprocidad positiva
  • Etapa comunicativa
  • Etapa de negociación
  • Etapa de solución, acuerdos y resoluciones

Estas diferentes etapas pueden ser desarrolladas hasta en una misma sesión de terapia de pareja, siempre y cuando ambas personas lleven el proceso de la mejor manera posible. Sin embargo, dependiendo de lo grave del conflicto, el proceso puede tomar más tiempo, bien sea porque se recae en nuevas discusiones o porque el tiempo de cada una de las etapas se extiende para poder llegar a la resolución.

Es bueno conocer este tipo de detalles sobre la terapia de pareja, ya que las podemos tomar en cuenta y comenzar a aplicar el mismo procedimiento cuando se presente un nuevo problema en el hogar, así se puede evitar que la relación empeore o se llegue a un punto crítico.

Los métodos aplicados en la terapia de pareja pueden ser trasladados al hogar y aplicados en varios aspectos más de nuestra vida, ya que más allá de las relaciones sentimentales, en otras relaciones personales como las familiares, laborales o amistosas también se pueden presentar problemas muy similares a los tratados en la terapia de pareja, la única diferencia sería que en estas o influye de forma determinante los aspectos íntimos que sí están en una relación de pareja.

Para finalizar, podemos decir que la terapia de pareja puede estar dirigida a parejas que inician una relación y quieren hacerlo de la mejor manera, así como también la terapia de pareja puede ser usada por personas divorciadas o aquellos que tengas relaciones muy problemáticas.

No debemos pensar que la terapia de pareja es una opción absurda o que los problemas solo se resuelven solo en casa, ya que de ser así no existirían personas profesionales y especializados en este tipo de cosas.





 

Articulo de Psiqueviva, el poder de la mente, psiqueviva.com